La vida de un periodista no es como la de un
tendero, ni como la de un fontanero. Ni siquiera como la de un abogado o la de
un profesor. El periodista del siglo XXI vive su trabajo del mismo modo que la
sociedad consume el producto que él trabaja. Sin pausa. Cualquier momento es bueno
para que suceda algo y eso sea motivo de noticia. Da igual que tenga el día
libre o esté enfermo, la noticia es lo primero. ¿Y si es el cumpleaños de su
hija? Da igual. ¿Y si es la graduación de su hijo mayor? Da igual. ¿Y si es...?
Qué da igual. Sea lo que sea será menos importante que aquello que de verdad le
preocupa durante ese momento: la noticia, la actualidad.
Puede que esté o no en la redacción, quizás
no necesitan que vaya ese día a trabajar, pero si es un tema importante el
periodismo recorrerá sus venas. No levantará la mirada de su smartphone para estar
lo mejor informado en todo momento, y encenderá la radio para escuchar las
últimas noticias. Y si no lo hace sentirá nervios, impotencia por saber qué
está pasando y cómo lo están contando.
Esa ajetreada vida pendiente de la actualidad
puede llevar al periodista a sentirse angustiado por el exceso de información.
La desmesurada ingesta de noticias conlleva a la desinformación y al
tratamiento mediático pasajero sobre temas en los que quizás habría que hacer
más hincapié y analizar de forma más exhaustiva.
El 14 de abril de 2014 militantes de la
organización islamista Boko Haram disfrazados de soldados irrumpieron en la
escuela de Chibok, en Borno (Nigeria), y se llevaron a 276 chicas. Tres
meses más tarde aún quedaban 219 secuestradas. En noviembre, el diario español 20
Minutos citó un vídeo que recogió el diario nigeriano Premium Times, donde
aparece Abubakar Shekau, líder de la secta radical, explicando que el
tema de las niñas ya está olvidado porque "todas están casadas".
Más de 200 inocentes secuestradas desde
abril no ha sido suficiente para que los medios de comunicación realizarán un
mayor seguimiento del caso. Quizás fue porque Nigeria está lejos, lejos del
interés occidental claro.
Con este ejemplo, donde se olvida una
noticia de tal magnitud, es necesario plantearse si el periodista cumple con su
responsabilidad social como periodista, o si solo se limita a contar la
actualidad más inmediata e intentar perdurarla hasta que aparezca otro acontecimiento
más llamativo.
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