Ya solo queda un pétalo de esta flor. Pero a
este apenas le quedan horas para llegar
al mismo desenlace que el de sus once hermanos. Todos se han ido desplomando con la misma premura que su antecesor.
Algunos
jardineros, incapaces de renunciar al transcurso de la vida, riegan los pétalos
con abundante agua. Otros ni siquiera se preocupan de colocar a su flor cerca
de los rayos de sol para que disfrute de una grata existencia.
En ambos casos mueren. Y es que, aunque no nos
importe o queramos remediarlo a toda costa, los meses y los años se desvanecen.
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