sábado, 6 de abril de 2013

Doble filo


Siguió caminando como si nada. Los gritos no le iban a parar esta vez. No estaba dispuesta a que las mentiras le alejasen de su destino. Sin embargo, tuvo que pausar su escapada antes de bajar todas las escaleras de su particular prisión, su libertad se volvió a alejar. Él volvió hacia ella con más rabia que nunca. Le recordó a aquellos días donde el barato whisky escocés era la excusa de los golpes y las lágrimas. Pero esta vez, el posesivo hombre no sujetaba una petaca repleta de alcohol. Sus manos aferraban con ira un cuchillo, el cual hacía menos hombre a quien lo sostenía y más débil a la amada. De repente, el arma se acercó al pecho de la hastiada mujer, la sangre acaparó todo el protagonismo en la sala y el llanto cesó. El hipócrita asesino decidió que este mundo no era para él, y el cuchillo, lleno de sangre inocente, volvió a actuar para acabar con la cobardía.

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